jueves, 14 de enero de 2010

Falleció Miep Gies


La mujer que descubrió el diario de Anna Frank murió a los cien años. Miep descubrió las memorias de Anna cuando ésta fue deportada a un campo de exterminio nazi. Antes había ayudado a toda la familia Frank para evitar que cayeran en manos de los nazis.
(Telam). Miep Gies, la mujer que descubrió los diarios de Anna Frank tras la deportación de la niña judía a un campo de exterminio nazi, murió en una casa de reposo en Holanda a la edad de 100 años, según informó la BBC en su sitio de internet.
Gies, que puso su propia vida en peligro al ayudar a los Frank y a otros judíos que se habían ocultado en la famosa casa de Prinsengracht, en Amsterdan, para evitar caer en manos de los nazis, era la última persona con vida de quienes habían ayudado a la familia.
Nacida en Viena el 15 de febrero de 1909, Gies logró salvar el diario que Ana escribió entre 1942 y 1944 mientras estaba oculta, bajo la ocupación nazi.
La mujer rescató el diario el 4 de agosto de 1944, poco después de la detención de los Frank, tras ingresar al lugar que había servido de refugio de la familia, y llevarse los apuntes de la joven.
En las oficinas que trabajaba Gies estaban ocultos los Frank y varios refugiados judíos, y en un momento en ese fatídico 4 de agosto, entraron oficiales de la SS: "Un hombre empuñando una pistola y apuntándome me dijo: `íQuédese sentada y no se mueva!` El hombre cerró la puerta. No pude ver ni oír lo que pasó detrás de esa puerta. Más tarde oí a los escondidos bajar muy lentamente las escaleras", cuanta la mujer en el testimonio que dejó en su sitio de internet (www.miepgies.nl/en/).
Unas horas después "subimos a los dormitorios de los Frank, donde vimos los papeles del diario de Ana tirados en el suelo. `íA recoger!, a recoger y a llevárnoslo todo!`, dije. Teníamos miedo, pero recogimos todo lo mejor que pudimos y nos lo llevamos. No leí los papeles de los diarios de Ana", cuenta Geis tras reflexionar: "Es una suerte que haya ocurrido así, pues de haberlo leído, tendría que haberlo quemado. Contenía información muy peligrosa".
Ana Frank murió de tifus a comienzos de marzo de 1944 en el campo de concentración de Bergen-Belsen, poco antes de cumplir los 16 años y pocas semanas antes de que la Segunda Guerra Mundial llegara a su fin.
Los Frank habían sido delatados y llevados a un campo de concentración donde Ana y su familia murieron a excepción de su padre Otto, quien regresó a Amsterdan tras la caída de Hitler y a quien Gies le entregó el diario de la niña que fue publicado en 1947.
El diario de Ana Frank se convirtió en uno de los testimonios más horrorosos e impactantes del genocidio nazi.
Gies testimonió sobre cómo se ocultaron, en medio de la guerra, al recordar en sus escritos que "debió de ser en la primavera de 1942. Otto Frank, mi jefe, me pidió que pasara por su despacho. Cuando entré, me dijo: "Siéntate. Tengo algo muy importante que decirte. Una especie de secreto en realidad. Hemos pensado en ocultarnos, aquí, en este edificio. ¿Estarías dispuesta a ayudarnos, a proveernos de víveres?" Yo le contesté que sí, naturalmente".
Así vivieron durante dos años aproximadamente hasta que los servicios secretos los encontraron y los llevaron a los campos de concentración.
Gies cuenta en su página web que no sabe quién los delató. "No tengo idea, después de la guerra no dejaron piedra por mover, pero no encontraron nada. Se sugirió que podía haber sido Van Maaren, el mozo del almacén", aunque ella pensaba que "alguien, inadvertidamente, debe de haber dicho algo así como `seguro que también allí hay gente escondida".
La mujer vivió durante años recluida en su casa en la provincia holandesa de Frisia, y con toda humildad escribió en el prólogo de su libro "Mis recuerdos de Ana Frank" que ella no fue ni alguien especial ni un héroe y destaca que "más de veinte mil holandeses ayudaron a que personas judías y otras personas necesitadas pudieran ocultarse en aquellos años".
La austríaca había sido empleada de Otto Frank, que con el avance del poder de Hitler en Alemania se había mudado a Holanda en 1933, y junto con otros cinco empleados se convirtieron en las personas que mantuvieron vivos a los Frank y a otras personas que luego se sumaron al refugio, ubicado en el edificio de oficinas del jefe de la familia.
Al cumplir los 100 años, Gies escribió en su página web: "Ahora tengo cien años. Es una edad admirable e incluso he llegado con relativamente buena salud. Entonces es justo decir que has tenido suerte, y tener suerte parece ser un hilo conductor que recorre mi vida".
Gies murió ayer en la clínica donde permanecía después de sufrir una caída durante la última Navidad.
Miep Gies recibió la distinción de "Justo entre las naciones", el honor más alto concedido a un no judío por el Yad Vashem, institución oficial de Israel que recuerda a las víctimas del Holocausto; el premio Raoul Wallemberg, y también fue reconocida por la reina Beatriz de Holanda

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